Para arrancar esta maldiciòn de mi corazòn he de dejar de escribir... Vivirè maldito entre mis letras . Aletxo Elizari







martes, 11 de octubre de 2016

La noche fría
el viento a favor
las horas cortas
y su espalda destapada.

Casualmente corría
y como siempre...
el tiempo en mi contra.

Su vestido blanco
mis ojos perdidos en su silueta
mantenía incrédulo la esperanza
el aire soplaba fuerte sobre su cuello
remolinaba su pelo
mientras el largo de sus piernas
robaba mi mirada.

Su piel morena
eterna sonrisa radiante
esa noche no era ella
era el diablo vestido de ángel.


(Alejandro) 

sábado, 13 de febrero de 2016

Lo frágil de la espera


La perdí sin encontrarla,
Solo quería abrazarla
La perdí, lo sé
Que más queda
Ni siquiera pensar en que me lea.
Tarde me di cuenta de las cosas
Y solo quería que me abrazará
Nunca lo supo,
Yo sólo quería quererla
Un refugio para mi corazón
Una voz por la noche que me escuchará
Unos ojos tiernos que me vieran
Alguien que me quisiera querer
Pensé que era ella,
Pero al final yo fui el que me equivoque
No quisiera que fuera mi último poema
Pero sin mi esta mejor
Ahora sólo me quedo con mi mundo
Con mi silencio
Quería que supiera que siempre quería estar
No supo leer mi locura
Los te amo entre líneas
Mi jodida desesperación.
Ayer estaba más que rotó mi corazón.
Tristemente fue un adiós
Me despido de esta forma
Aun cuando sé que no hay nada que calme este dolor
Uno por perderla...

El otro por lo que queda.

sábado, 30 de enero de 2016

Ella manda

Una mañana como cualquier otra
Amanecí deseando su cuerpo
Ella dormía,
Le vi fijamente el trasero destapado
¡Válgame Dios! –pensé a mis adentros.
Era lo más hermoso que se le había ocurrido a Dios desde la creación
No lo pude soportar
Comencé a acariciarla mientras abría los ojos
Al darse cuenta de mi calor
Tomo mi mano,
Me dijo –¡Basta! Deténgase. Yo mando.-
La desgraciada siguió durmiendo  y yo con las ganas tiesas.
Fui al baño a recobrar un poco de frió,
Pensaba en las ganas que tenía de tomarla.
Volví nuevamente al cuarto,
Ahora sentada sobre la cama
Me dijo: -¡Alto! Yo mando.-
La vi con cierta molestia
El juego me estaba cansando,
Pero obedientemente me detuve,
-Siéntate- dijo mientras señalaba la silla en una esquina
Volví a obedecer,
Lentamente su mano bajo por su cara
Acaricio sus pechos, 
Había un infierno en sus ojos
Sus manos descendían por su ombligo
Llegaron entre sus piernas,
Se masturbaba en mi cara
Y yo deseando comerla,
Me pare a querer acariciarla
Al ver mi intensión
Me detuvo con la mirada,
Sentí como su fuego me besaba
Ella seguía en esa faena
Acariciaba sus pechos
Gemía con fuerza
Me excitaba cada vez más.
Se paró frente a mí mordiendo sus labios
Diciendo: -yo mando, no se mueva, no me bese.-
Se montó sin quitarse la ropa interior
Yo con el miembro de fuera
Quería follarla.
-Béseme el cuello y deme su mano- replicó.
Comencé a besarla con cierto miedo
Tenía un demonio sobre las piernas,
Lentamente llevo mi mano a su vagina
Estaba húmeda
De esa humedad que crea infiernos
Mi mano entre sus piernas
Aún no se quitaba el cachetero blanco de encaje
Esa mujer tenía poder
Me hacía perder la cabeza
Gemía a mi oído
Cada vez más fuerte
Más húmeda
Yo más caliente
-¡Métamela!- decía
Mientras se hacia el cachetero a un lado
Con una voz fuerte
Que podía hacer
Ella mandaba.
Mordía mi oreja
Subía y bajaba
Se agitaba
Me agitaba
Yo aprovechaba a acariciar sus  nalgas que me encanta
Sentía como me quebraba con cada sentón
Sus gritos me excitaban
Asustaban a los pájaros que cantan por la mañana
No paraba
Ella simplemente temblaba
Seguía
Gemía
Cada vez más duro
Más intenso
Que podía hacer
Ella mandaba
De aquí en adelante todo fue sexo durante la mañana
Ni yo quería parar
Ni ella que dejará la cama.
No hicimos el amor esa mañana
Hicimos universos
Yo con mis ganas

Ella con su sexo. 

Alejandro

domingo, 24 de enero de 2016

Estruendo

Con la mirada cansada y la vida a cuestas,
te vi en el horizonte,
llegaste sin mediar palabras haciendo un ruido enorme,
la calma y la soledad que habitaba de pronto desaparece.

Incontables veces te imagine,
no sabes cuánto deseé existieras,
que salieras de mis sueños
y me consumieras con tu fuego.

Son apenas siete días de tu llegada,
eres tan irreal,
parece que fueras una trampa,
el tiempo se vuelve tan efímero y falto de entereza,
me llenas de confianza y de sonrisas.

Llámame loco por tan pronto intentar enamorarte,
pero me sería imperdonable no hacerlo,
hoy te adueñas de mis letras,
y me quitas el sueño.


Alejandro